miércoles, 8 de marzo de 2023

DESPEDIRSE A LOS 90 CON UN RÉCORD BAJO EL BRAZO

 


El día primero de este mes de marzo no sólo ha sido una jornada gélida en la mayor parte de Europa, azotada por una oleada polar. También ha sido un día triste para la família Fontaine ya que el viejo Just decidió partir a jugar a lejanos terrenos de juego desconocidos por los mortales. Tal vez en ellos, liberado de la pesada carga física de sus noventa años en la tierra, vuelva a fluir en armonía en su deporte favorito y pueda compartir partidos esotéricos con sus antiguos compañeros del once ideal del mundial de Suecia, ese en que un adolescente brasileño se dio a conocer como la "perla negra" y transformó para siempre la historia, ese en que el propio Just Fontaine logró la friolera de 13 goles, récord que permanece hasta hoy y que como mínimo tardará 68 años en ser batido; en el próximo mundial 2026 los goleadores tendrán una nueva oportunidad, desaprovechadas las 16 anteriores.

Tal vez en esos encuentros en alguna dimensión oculta a nosotros un rejuvenecido Just pueda batir de nuevo a Yashin, hacer paredes con Kopa, intentar sortear los empaques de Orlando o Bellini en la defensa y observar en la lejanía de la otra área las maravillas del cojo Garrincha junto a Didí combinando de manera espectacular con otro recién llegado que como ya hizo en la tierra deslumbre también allí por encima de todos.

Just Fontaine tenía su espacio en mi colección de cromos de la "Historia de los Mundiales", una publicación que regalaba una conocida marca de lácticos en aquél lejano 1982. Yo la completé todo lo que pude pero como en casi toda colección de esta índole terminó sus dias inacabada tirada en un cajón esperando a la posteridad. Nunca conseguí el cromo de Just Fontaine, aunque lo deseé mucho. Recuerdo leer mil veces la explicación dónde se describía brevemente su gesta y se recordaba que tantos años después su récord permanecía intacto. Su nombre me evocaba ya en esa época cierta nostalgia de tiempos pasados, muy antiguos y lejanos. Por ello siempre asocié su persona a algo muy remoto otorgándole categoría de mito del deporte y no poniéndole cara ni foto; sólo un dibujo con su rostro dónde se debía enganchar el cromo que nunca llegó a mis manos.

Por todo ello cuando hace unos días anunciaron su muerte me sentí triste por la pérdida de un ser humano pero también feliz por pensar que partió de nuestro mundo con un récord bajo el brazo, uno que nadie pudo arrebatarle en vida, uno que espero que jamás nadie se acerque a igualar.



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