jueves, 30 de junio de 2016

Euro Vikings



En la porra de los amigos siempre hay un friki que apuesta por aquellos equipos sin oportunidades aparentes o apriorísticos perdedores. Tal vez su apuesta no se basa en un ánimo vanidoso sino más bien romántico, optimista, quien sabe. La realidad es que en nuestra querida gran porra ginecar nadie apostó por Islandia. Y ahí está; en cuartos de final tras tumbar a los inventores del "football". Sorprendente. O quizás no tanto. Tratándose de una nación con inequívoco espíritu vikingo capaz de darle la vuelta a la economía que nos globaliza encerrando a banqueros y políticos, pasándose la deuda por el forro y reemergiendo económicamente en menos de cinco años nada debería sorprendernos de este pequeño país nórdico rodeado de géiseres, volcanes, noches y días eternos y cabelleras plateadas surcando el viento. Y ahí están. En cuartos de final preparados a medirse con la todopoderosa Francia en casa, sin nada que perder y con mucho por ganar. Nadie conoce a sus jugadores y todos bromeamos con sus extravagantes nombres terminados en "sson"... Hijo de... Como en Juego de Tronos. 
Sin embargo aquí es real, los rubios gigantes apalean a sus rivales y se llevan una inusitada gloria que les hace superarse partido tras partido. No es secreto que el gran público acostumbra a alinearse con los equipos revelación y precisamente los islandeses están en esa órbita. A partir de mañana Islandia estará mas de moda entre nosotros, será más conocida y tal vez alguno de esos gigantones suene como futurible para algún equipo segundón de la liga española. Somos así. Adoramos lo impredecible. Nos encanta el mito romántico del luchador que consigue lo imposible, del triunfador inesperado. Lo llevamos en el adn. El fútbol se erige en paradigma de nuestro pensamiento acelerado y a menudo vacuo. El invitado inesperado entre los vip se convierte en un héroe vanagloriado hasta el día de su derrota, momento en que pasa a ser olvidado con la misma rapidez con la que fue encumbrado. A fin de cuentas un éxito rápido e inesperado puede no ser justo ni sostenible. Pero eso es lo de menos. Lo que cuenta es el espectáculo, la emoción. Este año es Islandia y Leicester. El triunfo de los débiles sobre los poderosos. La victoria inesperada basada en el duro trabajo y en creer en uno mismo.  Todo muy inesperado a la vez que tremendamente útil para la gran industria que mueve todo . A fin de cuentas el negocio gana con el favorito y se ilumina con la revelación. 

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