Johan nos
dejó en un extrañamente cálido mes de marzo barcelonés. Murió en su país de
acogida, en la ciudad que tanto amó y de la que tanto cariño recibió. Partió
sin mucho ruido, discretamente y casi sin avisar aunque los más allegados ya
conocían su estado precario de salud y temían un pronto final.
No pretendía
escribir nada en su honor puesto que miles de periodistas, barcelonistas, fans
del Ajax, holandeses, futbolistas varios y demás ya han ido comentando por las
redes sociales la grandeza del personaje. No puedo añadir mucho, la verdad.
Tampoco es esa mi intención.
Sin embargo
me he dedicado estos últimos días a ir
leyendo las cartas, declaraciones, tweets y publicaciones en facebook de las
personas que se refieren a su figura prestando especial atención a sus
compañeros de juego -ya entrados en años- y a los futbolistas a los que dirigió
como entrenador. Y ciertamente, no me he sorprendido ya que en su conjunto se
demuestra el espíritu de una persona que dejó huella profunda en todos ellos. Y
la verdad, no todo son halagos ni buen rollo. Hay futbolistas que comentan como
Johan los puteó terriblemente, como fue duro con ellos y inflexible en muchos
momentos. Sin embargo, absolutamente todo el mundo coincide en la idea que se
trató de una persona excepcional, capaz de influir en los demás, de convencer,
de expresar cariño a su manera, de liderar a personas y grupos en torno a una
mentalidad ganadora. Y es esa vertiente de su persona (a parte de su interés
puramente futbolístico y estético que dejo para los periodistas deportivos) la
que más me interesa.
Un
amigo (http://www.pasionesferica.com/cruyff-y-el-viaje-del-heroe/) escribió en su famoso bloc que el impacto de Johan
en su vida tiene que ver precisamente con esta capacidad de liderar, de
autoliderarse y de ser valiente. En palabras penelísticas él lo asocia al
"viaje del héroe" y releyendo sus palabras entiendo que este viaje
debe ser universal y socializado.
Futbol a
parte, Cruyff era un apasionado de la vida; capaz de construir una idea,
liderarla y aglutinar a los demás en torno a ella, capaz de ser valiente y
defender sus proyectos sabedor del triunfo final... Aunque este no se diera.
Por todo
ello y mucho más este país le debe a este hombre grandes aprendizajes. Y les
recuerdo: no estoy hablando de fútbol. Soy el primero que siente remordimientos
por ensalzar la figura de un futbolista o entrenador por encima de la de un
poeta, un médico o cualquier ser humano que pierda la vida. Precisamente el
deporte no es la actividad humana más importante ni sus protagonistas los que
rigen nuestros destinos , más bien acostumbran a ser parapetos del poder para
que el pueblo ensalce a las figuras famosas eclipsando a los que verdaderamente
generan cambios en el mundo.
Pero con
Johann se confunden los términos y su legado -ni que sea a través del deporte-
va más allá mostrando a miles de barcelonistas el camino para sentirse y ser
ganador, aparcando miedos y complejos, creyendo en una idea, en una estética,
en el disfrute de algo ("salid y disfrutad"), con responsabilidad y
liderazgo, con energía y un punto de soberbia, sinergizando esfuerzos,
caracteres y egos para vencer y convencer en un entorno negativísta, aciago,
cenizo y perdedor.
Una persona
sola venciendo a un entorno derrotado tiene un mérito descomunal; en fútbol, en
la empresa o en la familia. Y ese es su mayor legado. Por todo ello Johann debe
ser un referente. Más allá de sus goles, de sus genialidades, de sus
"cruiffadas", de las memeces y torpeces, más allá de sus aciertos
futbolísticos o empresariales debemos reconocer en él a un luchador,
inconformista,valiente y seguro de sí mismo que logró aunar a una masa social
que pasó en pocos años del negro más triste al blanco más brillante. Tomemos
ejemplo.
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