sábado, 13 de diciembre de 2014

Mente masculina

Luis pasó el dia de trabajo tranquilo, sin estresarse demasiado por las continuas presiones del Sr Miquel, su jefe. Los últimos meses de trabajo habían sido una suerte de pequeños desastres comerciales derivados de la crisis que habían llevado poco a poco a la pequeña empresa familiar al borde de la quiebra. La tensión se palpaba en el ambiente y las bromas, risas y buen rollo de antaño habían dado paso poco a poco a una situación cotidiana de angustia, desesperanza y tensión. Sin duda, el despido de Mireia fue el detonante por el que los demás empleados atisbaron la magnitud de los problemas reales de la empresa.
Luis era uno de los empleados más antiguos y de mayor confianza. Aunque no contaba con ser despedido, sí que veía clara la posibilidad del cierre de la empresa y del temido paro para los cuarentones mandos intermedios.
Sin embargo aquél martes era especial. Todos los días están repletos de pequeñas motivaciones, de metas cotidianas en las que visualizarse y obtener diminutos disfrutes. La motivación de aquél martes era sin duda el partido de Champions. No. No es idiotez. Cada vez que Luis aquella mañana se encontraba en medio de un desaguisado o de una alerta de impago, cerraba los ojos y se decía a sí mismo: “no passa res nen, avui al vespre gaudiràs al veure el partidet del Barça, no et capfiquis ara amb això…demà ho solucionem” .

A las seis y media Luis cerró el despacho y bajó las escaleras a toda prisa dispuesto a disfrutar del resto del día.
Con un “wazzap” Mayte le había recordado que debía pasar por el súper a comprar comida para el chucho;  “de aquella del bote rojo, no vuelvas a equivocarte como de costumbre”. Obediente, Luis entró en el establecimiento y se llevó la comida para el perro, la del bote rojo, aunque aprovechó también para coger un par de latas de cerveza de aquella marca checa de las ocasiones especiales junto a sus amados cacahuetes fritos, auténtico alimento imprescindible en cualquier evento futbolístico de nuestro amigo.
Por el camino iba escuchando la retransmisión de Rac1 con la previa del partido: los miedos de los periodistas al enfrentarse al Celtic sin Messi, el recordatorio de la dolorosa derrota del año pasado en el mismo Celtic Park, los problemas tácticos frente  a un equipo ultradefensivo o las tópicas dudas por la titularidad sorpresiva de Bartra.

La media hora anterior al partido la empleó en usos cotidianos que le perdonaran a ojos de Mayte las dos horitas de las que iba a disponer de la televisión en exclusiva. La cena del niño, el barrido y fregado de la cocina así como el repaso a la agenda del pequeño lo eximieron de futuras responsabilidades del cotidiano del hogar para las siguientes horas.

Eran ya las 20:45 cuando Luis encendió el Canal Plus a la vez que vigilaba de reojo que el niño atacara de una vez por todas a las dichosas croquetas.
La motivación del día estaba cerca. Tenía ya su cervecita checa en la mano, su bol de cacahuetes en la mesita y estaban dando la alineación del Barça mientras se escuchaba en el estadio un estremecedor “You'll never walk alone” coreado por miles de gargantas escocesas. Fue en ese emocionante instante en que cayó en la cuenta que su esposa acababa de sentarse en el sofá con cara de pocos amigos. Tras echar un fugaz vistazo al rostro de Mayte pudo comprobar como la actitud evasiva de las últimas semanas había cogido forma definitiva. Se avecinaba una discusión de las históricas, de las que se presentan una vez cada tres o cuatro meses. Lo presintió en los ojos de Mayte, entre tristes, apagados e irritados y coléricos. Conocía esa ambivalencia en su mirada y tras escuchar las alineaciones se atrevió a preguntarle a ella si estaba bien. Fue una pregunta de cortesía y de aplazamiento puesto que no tenía la menor intención de prestar atención a su mujer en aquél momento. Sin embargo al notar la mirada fija de Mayte clavada en sus ojos y ese brillo especial de su pupila antes del llanto entendió que no podía postergar la atención hacia ella. Intuyendo que la cuestión podría solventarse brevemente, disminuyó el volumen del televisor con el mando a distancia que tenía en propiedad con la intención de lanzar miradas furtivas hacia el televisor para ver si habían novedades en el marcador.
Sin embargo aquella no fue una conversación cualquiera. Lo supo en cuanto Mayte comenzó a explicar entrecortada cómo se sentía y que ya no aguantaba más la situación. Lógicamente Luis no entendía nada. Escuchaba atentamente a la vez que una voz interior le avisaba de pequeños detalles: “¿la situación?... ¿pero qué situación?; ¿Será que se mosqueó por no haberla acompañado a la reunión del colegio?; parece que está verdaderamente agobiada pero no tengo idea de lo que le pasa; ¿será que Samaras hoy va a hacer un partidazo como el de la semana pasada? esas lágrimas no me gustan, la cosa parece seria…”
Tras unos titubeos en la explicación por parte de Mayte le soltó la frase con la que Luis iba a decorarse el resto de sus días: “es que no sé cómo decírtelo. Es difícil de explicar ….pero últimamente siento por ti rabia y asco”.
Rabia y asco. Rabia y asco. Luis comprendió rápidamente su falta de actividad sexual los últimos meses así como los repetidos dolores de cabeza de Mayte.
Esa frase fue el mensaje principal, aunque engalanado con otras explicaciones del tipo hemisferio derecho, auténticamente caóticas y faltas de sentido para Luis. Explicaciones centradas en momentos cotidianos pasados, en anteriores discusiones o en reproches dolorosos del tipo “no me apoyas en mis decisiones, me haces sentir paranoica con tu actitud, no tomas la iniciativa en lo importante, no respetas mis intereses, aún espero que te posiciones en la relación con tu familia, no te esfuerzas en sorprenderme…”
Sin embargo, rabia y asco, era el mensaje que Luis mejor había procesado. Aún de manera sorpresiva e inesperada, nuestro hincha del Barça, hizo esfuerzos por entender el momento, el contexto y las palabras. Pero ella continuó antes que él pudiera reaccionar: “esto terminó Luis. Ya no me das la seguridad que necesito, ya no me aportas lo que antes”.

Absorto en estas palabras, quedó callado y con la mirada perdida frente al televisor. Tuvo tiempo de ver una dura entrada de Brown a Neymar antes de poder dar crédito a lo que ella le estaba sugiriendo. Entendiendo la gravedad del asunto decidió apagar la televisión y olvidarse de la Champions.

Como de costumbre, la discusión no aportó nada de nuevo. A la información ininteligible y abstracta de ella hubo que añadir la variante postural-emocional por la que su mujer transmitía un dolor y sufrimiento intensos.
Luis quedó paralizado. No podía entender ni admitir lo que estaba ocurriendo.
Para sus adentros pensaba en que era un buen marido, fiel, respetuoso, solícito, buen padre, agradable y cariñoso. Aunque el pensamiento que lo contextualizaba todo no era otro que el  de un cariño desbordante por Mayte; un amor incondicional y sincero desde hacía diez años. 
Fue aquél un día aciago y ciertamente sorprendente. Lo curioso del caso era que Luis, tras un mazazo brutal como ese, aún disponía de cierta entereza mental como para preguntarse si los gritos de los vecinos correspondían a una ocasión fallida o a un gol.

Tras finalizar la contienda familiar con la retirada de Mayte a su habitación, Luis simuló su malestar y su alma destrozada con su mejor mirada perdida de cordero degollado. A su vez y con el mando del canal plus bien controlado deseó con todas sus fuerzas que su esposa cerrara de una vez la puerta de la habitación para poder ver –ahora sí- el final del encuentro en Celtic Park. Por lo menos el Barça ganó.

3 comentarios:

  1. Molt bona història David. Molt ben narrada.
    Real "como la vida misma"!!!
    M'he sentit molt identificat a algunes parts...
    Fins i tot, el paio es deia Lluís...😁

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaja.... crec que bastants homes i dones es poden veure identificats....me'n alegro que t'hagi agradat!! Si vols pots llegir altres entrades del bloc aviam si t'agrada.....
      Una abraçada company!!

      Eliminar
  2. Molt bona David, m'ha agradat molt! I com diu en Lluis molt ben narrada.
    També hi ha parts que em resulten familiars... ;-)
    Una abraçada!

    ResponderEliminar