El concepto no me queda muy claro aunque la risa se me escapa por entre los dientes.
Acaba de terminar el Inglaterra-Eslovaquia y tras abandonar a mi amigo Alex con rumbo indefinido (recuerda Alex que hoy es lunes y Luz de Gas está cerrado) aunque seguramente satisfactorio me dirijo a casa a por mi merecido descanso. Aunque antes de dormir decido tomar una cervecilla crápula en el indigno chino de la esquina. Indigno por su aspecto. Indigno también por el personal.
Me gusta prestar atención a las conversaciones minadas de los parroquianos del barrio: los dos hombres que tengo al lado discuten acaloradamente sobre si los jueces son magistrados o no. Ahondando en la conversación descubro con tristeza que uno de los dos alcohólicos cincuentones se encuentra en paro y se lamenta de como una magistrada le dejó sin casa y sin hijos al separarse de su mujer. Una a una comenta sus desgracias con voz triste y mirada perdida entre pequeños sorbos de cerveza. El señor Pascual, cliente más que habitual escucha a su conpañero con ojos vidriosos asintiendo con la cabeza sobre los comentarios de su tertuliano. Escucha callado hasta que exclama con voz grave y expresión grandilocuente la frase que me provoca la risa: "llueve sobre mojama".
Lo más curioso del caso es que su compañero sólo accede a comentar que mañana juega España y que ello le alegrará el dia. "Es cierto, en mi vida llueve sobre mojama", replica algo más animado.